Hoy traemos el Decálogo para la Dirección de Partidos del Club Baloncesto Orcasitas, una guía para aprender y crecer juntos en torno al Baloncesto.


“Educar desde el banquillo, liderar en la cancha: esa es nuestra manera de entender el baloncesto.”

🟠 Introducción:

Cada partido es una oportunidad para aprender, crecer y demostrar el trabajo que hay detrás de cada entrenamiento. En las categorías de formación, la dirección de partidos no se mide por el número de victorias, sino por la capacidad del entrenador para guiar, motivar y mantener la esencia educativa del baloncesto.
Este decálogo establece los principios básicos que deben orientar la labor del entrenador en los encuentros oficiales: liderazgo, respeto, organización y coherencia. Porque dirigir un partido no consiste solo en tomar decisiones tácticas, sino en transmitir valores y representar con orgullo al Club Baloncesto Orcasitas.


1️⃣ El entrenador principal es la única voz autorizada.

Durante el partido, solo una persona debe dirigir: el entrenador principal. Es importante que tanto el cuerpo técnico como acompañantes y familiares respeten esa jerarquía. Multiplicar las voces genera confusión y resta credibilidad.


2️⃣ La preparación empieza antes del salto inicial.

Un buen partido se dirige desde el día anterior: revisando convocatorias, pensando en las rotaciones, visualizando momentos clave y anticipando posibles ajustes. Llegar con las ideas claras transmite seguridad al equipo.


3️⃣ El banquillo es un espacio de trabajo, no de debate.

Durante el partido, el banquillo debe ser un lugar ordenado. Los asistentes aportan, pero sin invadir. Las correcciones o sugerencias deben hacerse en los tiempos muertos o entre cuartos, nunca gritando por encima del entrenador principal.


4️⃣ La calma es más contagiosa que los gritos.

En los momentos difíciles, el equipo necesita ver serenidad en su entrenador. Perder los nervios o mostrar frustración sólo empeora las cosas. Controlar el tono, el lenguaje corporal y las emociones es parte del liderazgo.


5️⃣ El foco está en los jugadores, no en el marcador.

En la liga municipal, el resultado importa menos que el proceso. La prioridad debe ser que los jugadores aprendan, se diviertan y se sientan acompañados. Corregir y animar tiene más valor que obsesionarse con ganar.


6️⃣ El respeto dentro y fuera del campo es innegociable.

El comportamiento hacia árbitros, rivales y público refleja la madurez del entrenador y del equipo. Se puede competir con intensidad sin perder la educación ni los valores que definen a nuestro club.


7️⃣ Las decisiones se respetan, aunque no gusten.

Cambios, minutos o sistemas: todas las decisiones deben asumirse con naturalidad. Los desacuerdos se comentan después, en privado, y con espíritu constructivo. La autoridad se fortalece cuando se ejerce con coherencia.


8️⃣ El partido no termina con la bocina final.

La dirección incluye también el después: saludar al rival, agradecer al árbitro, recoger material, comentar sensaciones con los jugadores y anotar observaciones para el siguiente entrenamiento. Esa rutina consolida hábitos de equipo.


9️⃣ La imagen del club viaja en cada gesto.

Cada palabra, protesta o actitud transmite quiénes somos. Representamos al CB Orcasitas: un club humilde, formativo y respetuoso. La educación y el ejemplo deben estar siempre por encima del resultado.


🔟 Confía en tu proceso.

La experiencia se construye poco a poco. Habrá errores, nervios y decisiones dudosas, pero la única forma de mejorar es dirigiendo. Cada partido es una oportunidad para aprender a ser mejor entrenador… y mejor persona.


🔵 Conclusión:

La dirección de partidos es una responsabilidad y un privilegio. Implica coordinar emociones, decisiones y valores en tiempo real. En el CB Orcasitas entendemos que cada encuentro es parte de un camino formativo, tanto para los jugadores como para quienes los guían desde el banquillo.
Crecer como entrenador no consiste en acertar siempre, sino en tener la humildad de aprender y la valentía de liderar. Porque en nuestro club, ganar experiencia vale mucho más que ganar un partido.


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